En la era actual de la globalización, tal como muy acertadamente expone Carlota Solé, las mujeres en general y la mujer inmigrante en particular experimentan cambios en su ubicación en la vida laboral y social.
Al inicio del siglo XXI, la situación de las mujeres debe analizarse el contexto de la globalización que marca distintos países en proceso de modernización. El aumento de expectativas en calidad de vida, participación laboral, social y política de las autóctonas de los países avanzados conlleva como contrapeso la necesidad de cubrir las tareas relativas a los roles femeninos que parcialmente pueden delegar en otras mujeres.
El aumento del nivel de aceptabilidad que implica tener expectativas más elevadas conduce a que sean mujeres procedentes de los países en vías de desarrollo las que se haga cargo de parte de las obligaciones de las autóctonas.